lunes, 7 de septiembre de 2015

Fiebre de Origen Desconocido

Es frecuente que nos encontremos en la consulta diaria con pacientes que cursan con fiebre como único síntoma lo que nos plantea un reto diagnóstico, sobre todo si es una fiebre prolongada. En ocasiones tenemos que definir si se trata de una fiebre recurrente o de una fiebre de origen desconocido (FOD). Estos términos suelen emplearse indistintamente y el diagnóstico diferencial es similar, pero existen definiciones específicas para la fiebre de origen desconocido. Aunque no existe un consenso, la fiebre de origen desconocido incluye una temperatura >38.3ºC con una duración de, por lo menos, una semana y con evaluación inicial, ya se con el paciente hospitalizado  o como externo, sin resultados positivos. 

El diagnóstico diferencial es muy amplio, incluyendo enfermedades infecciosas de todo tipo, enfermedades de la colágena, neoplasias y otras patologías como puede ser la diabetes insípida, la displasía ectodérmica, la tirotoxicosis o hasta la enfermedad de Kawasaki. De todos los niños  evaluados con FOD, 50% cursan con proceso infeccioso, menos del 10% con enfermedades de la colágena o tumores malignos y en casi 25% de los casos no se logra identificar
el origen de la fiebre.

En un niño previamente sano, dado lo extenso del diagnóstico diferencial deben limitarse los estudios para llegar al diagnóstico. Se requiere una biometría hemática completa. Los cultivos pueden ser útiles si se sospecha fiebre tifoidea, brucelosis o enfermedades graves, tratables como la endocarditis bacteriana.  Si se cuenta con estudios serológicos, deberá descartarse infección por virus de Epstein-Barr ya que ésta es la causa viral más frecuente de FOD. Dada la elevada prevalencia de infección urinaria y neumonía, es útil realizar en todos los casos urocultivo y Rx de tórax. Se debe aplicar PPD. Otros exámenes iniciales incluyen el factor reumatoide, anticuerpos antinucleares y antiestrepotolisina O.


Dada la amplia variedad de etiologías posibles, no es recomendable iniciar antibióticos empíricos a menos que existe una elevada sospecha de una infección bacteriana grave. Finalmente, aunque es un lugar común, una buena historia clínica orientará el rumbo que deberá tomar la investigación diagnóstica.

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