El error diagnóstico en la medicina es muy frecuente. Hacer
diagnósticos es una parte fundamental del trabajo del médico ya que sus planes
de tratamiento dependen del diagnóstico establecido. Se calcula que alrededor
de 10 al 15% de los diagnósticos están equivocados. Pat Croskerry postula que,
si bien las causas de los errores diagnósticos son múltiples, la principal son
los errores cognitivos. Muchos de los errores al diagnosticar no dependen de
una falta de conocimiento, sino de la forma de pensar del médico.
La mente humana es vulnerable a sesgos cognitivos, falacias
lógicas, presunciones falsas y otros problemas del razonamiento. Gran parte de
nuestro pensamiento cotidiano tiene fallas. Los clínicos no escapamos de esta
situación. Las fallas cognitivas las podemos entender mejor si consideramos la
manera en que nuestros cerebros manejan y procesan la información. Las dos
formas principales son la automática o intuitiva y la controlada o analítica.
Cada uno de estos procesos involucra mecanismos corticales, neurofisiológicos y
neuroanatómicos diferentes.
Los procesos intuitivos se adquieren a través de las
experiencias repetidas. Son subconscientes, rápidos y los empleamos en la
mayoría de las actividades diarias. Obedecen a patrones fijos de acción. Aunque
estos patrones son indispensables son, sin embargo, la fuente primaria de la
falla cognitiva. Del modo intuitivo se derivan la mayoría de los sesgos,
falacias y fallas del pensamiento. Si bien es cierto que en la mayoría de las
ocasiones la intuición del médico va a estar correcta, inevitablemente va a
fallar en algunos pacientes.
Los procesos analíticos son conscientes, deliberados, lentos
y más confiables. Siguen a las leyes de la ciencia y de la lógica. Por tanto,
son más racionales. Cuando el
diagnóstico sigue una evaluación analítica, la conclusión casi
invariablemente es correcta. Puede fallar, pero esto sucede cuando se siguen
reglas equivocadas o intervienen otros factores como la sobrecarga de trabajo,
la fatiga, la falta de sueño o problemas emocionales.
Debemos estar conscientes de los sesgos cognitivos que
participan en nuestro trabajo clínico, lo cual no es fácil ya que no somos muy
propensos a examinar nuestro propio pensamiento, nuestras motivaciones y
nuestros deseos. Es deseable que todo clínico desarrolla el hábito de
analizarse críticamente y vigilar continuamente su comportamiento intuitivo. De
esta manera, podrían disminuirse los errores diagnósticos.
1.-Pat Croskerry, M.D., Ph.D. From mindless to mindful practice. N Engl J Med 2013; 368:2445-2448